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La historia de una joven guatemalteca llena de virtudes y talentos.
Por Luz Mariana Santa Cruz
Ivana Galilea Sopegno Mondal es una chica de 18 años, extrovertida, amable y determinada a cumplir sus metas. Nació en Guatemala, y fue criada en Argentina por sus padres y su «nonna» (abuela), de la cual tiene ascendencia italiana. Cuando era una adolescente viajó de nuevo a su país natal debido a que su papá le surgió una oportunidad de trabajo, y desde entonces vive aquí. Su vida se resume en tres áreas importantes: universidad, deporte y su emprendimiento.
Su carrera como atleta inició a los 15 años, luego de que su entrenador de voleibol viera su potencial en un curso de vacaciones y la invitara a formar parte de la selección. Sin embargo, ella consideró que estaba muy ocupada. A finales de ese año regresó a Argentina porque su abuela estaba muy mal, y en el aeropuerto casualmente tenía un asiento a la par del entrenador, así que ahí fue cuando decidió darle una oportunidad al voleibol. Ahora, con una altura de 1.80 metros, juega en la posición de opuesto en la Selección Nacional Femenina de Voleibol Sala Sub-21 y Sub-23.
Podría decirse que su espíritu deportivo viene «desde la sangre», ya que su papá fue jugador y técnico de fútbol.
Sus momentos más memorables han sido varios. En el 2019 cuando ganaron el segundo lugar en el Campeonato Centroamericano U-20 en Honduras, y en 2022 cuando se celebró el Campeonato Centroamericano Femenino Sub-21 en Belice donde Guatemala se llevó el oro. En este Sopegno fue nombrada como la mejor opuesto del certamen. Ese mismo año, también obtuvo el tercer lugar junto a la selección en el Campeonato Centroamericano Sub-23 Femenino 2022 realizado en Honduras. Además, ha competido en Perú, México y Nicaragua.
Actualmente, está estudiando la Licenciatura en Administración de Empresas con especialidad en Mercadeo. «Escogí esta carrera porque soy extrovertida y me gusta platicar, la fotografía, las matemáticas, la publicidad y la promoción». Su mayor reto en el estudio ha sido equilibrar sus horarios, ya que termina clases por la tarde y luego entrena hasta la noche, así que llega hasta las 10 p.m. a su casa a hacer tareas. No obstante, no ha sido impedimento para su promedio arriba de 95 puntos, por el cual recibió un diploma de excelencia académica por parte de la Universidad del Istmo.
«El secreto para dedicarle tiempo a todo es la organización, el esfuerzo y el amor que le tengo a cada cosa».
Por otra parte, su carrera en Administración ha dado frutos en su emprendimiento, Biscotti (galleta en italiano), que se especializa en la venta de alfajores de maíz al estilo argentino. Este nació en cuarentena, y surgió porque su «nonna cocinaba unos alfajores muy ricos», así que Ivana se puso manos a la obra. La receta familiar ha pasado por generaciones, su abuela le enseñó a su mamá, y su mamá a sus hijas.
En el futuro le gustaría desarrollarse en lo que más le apasiona: el voleibol, así como también convertirse en una gran jugadora, pero sin dejar de lado sus estudios académicos. Asimismo, espera que su profesión le ayude también con su emprendimiento para generar más ganancias. «Me seguiré esforzando por cumplir mis metas y hacer todo lo que amo: el voleibol, la administración y mi emprendimiento Biscotti».
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